Incluso la habitación más monótona se llena de vida con la introducción de árboles de interior o vegetación viva, y la cura más rápida para un interior grande, muerto e inhumano consiste en introducir uno o dos ejemplares de árboles de interior.
Elegidos cuidadosamente pueden ejercer tanto impacto visual como una pieza delicada del mobiliario o un cuadro, e incluso en el jardín de interior de la casa más modesta una planta alta da relieve y proporciones al local en cuestión.
Hoy en día se utilizan mucho con este fin las palmeras maduras, pero existen muchas otras plantas de interior con el suficiente poder visual para aparecer solas en un gran espacio vacío.
En su medio natural constituyen árboles sólidos, y la mayoría producen el mismo efecto visual —a escala reducida— en interiores.
De hecho, alcanzarán un tamaño considerable después de varios años de crecimiento, aunque naturalmente, al tener las raíces confinadas en un tiesto, crecerán bastante menos que en su medio natural.
Si empiezan a salirse del tiesto, la mayoría de las descritas aquí, a excepción de la araucaria excelsa (Araucaria excelsa), no sufren daño alguno si se les poda el exceso de crecimiento. De modo que no hay necesidad de preocuparse de que vayan a echarnos algún día de casa.
Un problema algo más serio es el del coste y la disponibilidad. Siempre hay demanda de plantas realmente grandes de este tipo para la decoración interior de hoteles y oficinas, de modo que normalmente deberá encargárselas a su proveedor antes de que crezcan. Y como ocupan mucho espacio en el invernadero no pueden ser baratas. Cuanto más jóvenes son, más fáciles resultan de encontrar y más baratas, pero desde luego habrá que esperar a que alcancen la madurez.