Un sorprendente número de plantas que parecerían ajenas unas a otras se llevan de hecho sorprendentemente bien si se presta un poco de atención a sus necesidades antes de plantarlas. Los cactus amantes del sol, por ejemplo, no deben plantarse con Fhiladendraos, que necesitan mucha menos luz. Y no sería aconsejable poner ciclámenes, que necesitan aire fresco y luz, con Marantas, que necesitan más calor y condiciones mucho más sombreadas. Sin embargo, aparte de tales incompatibilidades obvias, hay muy pocas cosas que limiten la elección de las plantas. La experiencia demuestra que las necesidades variables de humedad no constituyen el difícil problema que normalmente se suele imaginar.
Por ejemplo, las Sansevierias crecen mejor en condiciones de luz, sequedad y calor, pero son suficientemente resistentes para tolerar un tratamiento diferente siempre que las condiciones no lleguen a ser demasíado húmedas y frías. Para plantaciones mixtas, las condiciones del suelo deben tender siempre a la sequedad, ya que una humedad excesiva que no pueda drenarse producirá inevitablemente daños en las raíces. Y esto puede reflejarse más tarde en la apariencia general de todas las plantas del grupo. Desde el punto de vista del efecto visual, hay que elegir plantas de tamaño, forma y textura variados, aunque, en el otro extremo, puedan resultar muy efectivos grupos de varias plantas de la misma clase.
Cuando se cree cualquier composición hay que dejar disponible siempre entre las plantas un espacio razonable que permita un desarrollo natural. Como resultado, el grupo tendrá al principio una apariencia algo rala, pero esto es inevitable si se quiere que adquiera un aspecto natural con el tiempo.